MIA
Y EL DECORO DE LA MUERTE
Hoy no escribiré sobre seguridad ciudadana, inteligencia, terrorismo,
estrategia legal o el suicidio de Alan
García, quiero hablar de una mimosa, alegre, leal y grácil perrita dálmata llamada Mia que nos
acompañó , como parte de la familia, por más de una década y que el día ayer,
lunes 13 de mayo 2019, estiró
las patas y dio sus últimos estertores , aquejada de múltiples enfermedades, la
mayoría producto de la edad o la vejez, dejando esta vida llena de penurias.
Su muerte fue rápida, un
instante, se le aplicó la eutanasia.
Antes de morir , estuvo
enferma casi una semana .
Cuando murió , sumió a la
familia en un pesar infinito porque fue como si alguien de la familia había
desaparecido .
Mi mujer sentía que gélida espada atravesaba su corazón
y aún no supera su ausencia .
El suave bamboleo de las hojas de los árboles que se muestran a
través de los ventanales de la sala, los
enhiestos, mustios y alargados sauces del parque, las flores del jardín, el
verdor del parque , ya no verán más a Mia , retoceando , corriendo , husmeando
entre las plantas, feliz y llena de vida porque ya no es parte de esta vida , se fue en
las primeras horas de la mañana, cuando empezaba a reventar las luces del sol y
las aves jugueteaban en los árboles.
No era posible equivocarse
sobre la urgencia e irrevocabilidad del mandato de la muerte, estaba escrito en
su lánguida y triste mirada, en su hocico triangular oscilante, en el débil
movimiento de la cola y en su caminar vacilante, tratando de subirse a su cama, cayendo pesadamente en el piso, permaneciendo
echada en el piso de la cocina la mayor parte del tiempo, mientras te miraba como esa mirada tal dulce y triste de quien presiente su muerte.
Fue un día trágico para la
familia. Era como si hubiese muerto un ser humano. Su cuerpo fue incinerado y hoy se guarda en una pequeña urna .
La recordaremos en el lugar
donde solía juguetear todas las mañanas
persiguiendo imaginarias mariposas y salir huyendo cuando se acercaban los
perros para perseguirla o juguetear con ella o los enamorados de sus elegantes
y amorosos requiebros .
Era costumbre que al llegar
a la casa nos reciba con sus mimos y ladridos querendones .
A la distancia, su fino
olfato sentía nuestra presencia y esperaba detrás de la puerta para saludarnos
mimosa.
Apenas abría la puerta, ya
estaba saltando, ladrando de alegría, moviendo la cola, acercando su cabeza
para que la acaricien.
Le gustaba que le rasquen
la hendidura que se formaba entre la cabeza y el hocico.
Luego se tendía en el sillón y lanzaba su más
tierna mirada , moviendo la cola en señal de alegría .
Llegó de bebé a la casa y
se quedó en la familia.
Después de su muerte,
pasará un tiempo para que nos acostumbremos a su ausencia, pero la casa, la familia, ya no será la misma.
En las noches se acomodaba en su cama , a los pies de la
nuestra, y apenas rayaba el alba, empezaba a dar pequeños ladridos para que la
saquen al parque , en la tarde, se acercaba querendona para que la
acaricien , para que le rasquen la
cabeza .
Tenía ojos grandes,
dulzones, mirada tierna y se trastocaba en una fiera cuando sentía que se acercaban intrusos
a la casa .
Podía ser una criatura
tierna y fiera a la vez , cuando sentía que alguien pretendía quitarle la
comida o sentía algún extraño ingresar a la casa.
En los últimos momentos lanzó
unas miradas tiernas, como despidiéndose , resistiéndose a morir , si antes no se despedía de sus amos y así se fue
de este mundo como algún día nos iremos todos, porque si de algo podemos estar
seguros, es que al día dejaremos este mundo como Mia .
¡ Adiós para siempre, bella y mimosa Mía!
Mi mas sentida condolencias coronel.mia fue una luchadora como usted.
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