martes, 14 de mayo de 2019

MIA Y EL DECORO DE LA MUERTE




MIA Y EL DECORO DE LA MUERTE

Hoy no escribiré sobre seguridad ciudadana, inteligencia, terrorismo, estrategia legal  o el suicidio de Alan García, quiero hablar de una mimosa, alegre, leal y  grácil perrita dálmata llamada Mia que nos acompañó , como parte de la familia, por más de una década y que el día ayer, lunes 13 de mayo 2019,    estiró las patas y dio sus últimos estertores , aquejada de múltiples enfermedades, la mayoría producto de la edad o la vejez, dejando  esta vida llena de penurias.

Su muerte fue rápida, un instante, se le aplicó la eutanasia.

Antes de morir , estuvo enferma casi una semana .

Cuando murió , sumió a la familia en un pesar infinito porque fue como si alguien de la familia había desaparecido .

Mi mujer  sentía que gélida espada atravesaba su corazón y aún no supera su ausencia .
El  suave bamboleo de las hojas  de los árboles que se muestran   a través de los ventanales de la sala,  los enhiestos, mustios y alargados sauces del parque, las flores del jardín, el verdor del parque , ya no verán más a Mia , retoceando , corriendo , husmeando entre las plantas, feliz y llena de vida  porque ya no es parte de esta vida , se fue en las primeras horas de la mañana, cuando empezaba a reventar las luces del sol y las aves jugueteaban en los árboles.

No era posible equivocarse sobre la urgencia e irrevocabilidad del mandato de la muerte, estaba escrito en su lánguida y triste mirada, en su hocico triangular oscilante, en el   débil movimiento de la cola y en su caminar vacilante,  tratando de subirse a su cama,  cayendo pesadamente en el piso, permaneciendo echada en el piso de la cocina la mayor parte del tiempo,  mientras te miraba  como esa mirada tal dulce y triste de quien  presiente su muerte.

Fue un día trágico para la familia. Era como si hubiese muerto un ser humano.  Su cuerpo fue incinerado y hoy se  guarda en una pequeña urna .

La recordaremos en el lugar donde  solía juguetear todas las mañanas persiguiendo imaginarias mariposas y salir huyendo cuando se acercaban los perros para perseguirla o juguetear con ella o los enamorados de sus elegantes y amorosos requiebros .

Era costumbre que al llegar a la casa nos reciba con sus mimos y ladridos querendones .

A la distancia, su fino olfato sentía nuestra presencia y esperaba detrás de la puerta para saludarnos mimosa.

Apenas abría la puerta, ya estaba saltando, ladrando de alegría, moviendo la cola, acercando su cabeza para que la acaricien.

Le gustaba que le rasquen la hendidura que se formaba entre la cabeza y el hocico.
 Luego se tendía en el sillón y lanzaba su más tierna mirada , moviendo la cola en señal de alegría .

Llegó de bebé a la casa y se quedó en la familia.

Después de su muerte, pasará un tiempo para que nos acostumbremos a su ausencia, pero la  casa, la familia, ya no será la misma.

En las noches  se acomodaba en su cama , a los pies de la nuestra, y apenas rayaba el alba, empezaba a dar pequeños ladridos para que la saquen al parque  , en la  tarde, se acercaba querendona para que la acaricien , para que le  rasquen la cabeza .

Tenía ojos grandes, dulzones, mirada tierna y se  trastocaba  en una fiera cuando sentía que se acercaban intrusos a la casa .

Podía ser una criatura tierna y fiera a la vez , cuando sentía que alguien pretendía quitarle la comida o sentía algún extraño ingresar a la casa.

En los últimos momentos lanzó unas miradas tiernas, como despidiéndose , resistiéndose a morir , si  antes no se despedía de sus amos y así se fue de este mundo como algún día nos iremos todos, porque si de algo podemos estar seguros, es que al día dejaremos este mundo como Mia .

¡ Adiós para siempre,  bella y mimosa Mía!

1 comentario:

  1. Mi mas sentida condolencias coronel.mia fue una luchadora como usted.

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