EL MORTAL
GOCE DEL PODER
La fragancia del
poder es el más poderoso de los perfumes afrodisíacos, estimulantes, elixir
insuperable que dispone y pone a patinar la mente humana, en toda época y
tiempo, sin distinción de ninguna clase.
El hombre disfruta el poder, usa y abusa del
mismo, lo estira como una goma de mascar y de tanto frotarlo en el paladar, le succiona,
primero el sabor y luego lo transforma en una pequeña semi plástica, negruzca,
que ha perdido todas sus propiedades.
El poder excita y aturde , transforma ,
desubica, a veces, ciega y cuando se encuentra con el que tiene poder , es la sombra de lo que fue un amigo, tiene su mirada
fría y rancia , desconfiada, y sus ojillos como puestos en alcanfor para
protegerse de las polillas pasajeras de la noche.
Se aparta de los que fueron sus amigos y
escoge a otros que le queman inciensos y lo colocan en una urna de cristal ;
incluso, en sus onomásticos , solo lo acompañan sus fieles admiradores y la
soledad , porque desconfían hasta de su sombra .
Dicen que el alma se valoriza en el poder y
que la piedra de toque para valorizar a
un alma no debemos buscarla en el infortunio sino en el poder.
Encumbramos al justo y en la cima descubriremos
imperfecciones que no lo notábamos en el llano.
Pero lo que es cierto es que nada corrompe y malea tanto como el ejercicio del
poder, por momentánea y reducida que sea.
A mayor encumbramiento, mayor ignominia, pues,
muchas veces tienes que abdicar la dignidad y arrastrarse más para subir más alto .
Francisco Petrarca (1304-1374) , poeta
humanista que se pasó la vida estudiando , viajando y escribiendo sonetos a la
enigmática Laura de Neves, a quien nunca pudo conquistar , dijo : ” los
enemigos de la humanidad están dentro de nosotros mismos y que si pudiéramos despojarnos
de la avaricia , la ambición desmedida , la envidia , la ira , el orgullo y que
habría que añadir, el ansia excesivo de poder, gozaríamos de las más completa
paz .
Es un drama del mundo contemporáneo eso que se llama poder por
la obsesión de su búsqueda como lo anota Augusto Roa Bastos, el ilustre autor
del “Yo Supremo”, la novela referente a un dictador.
El poder desde épocas muy lejanas ha sido el
botín más deseado por los déspotas y los sin alma.
La intriga, el miedo, las conspiraciones, las
mentiras, el engaño, la traición y los asesinatos son sus armas predilectas
para alcanzar la cumbre.
El usar estos medios malvados, para obtener
sus fines no les produce ni una lágrima de arrepentimiento, salvo en las noches
frías y desoladas, en la que las sombras de sus víctimas les agobian y les
apretujan sus corazones.
Sus deseos irrefrenables son el usurpar una
posición a la que sólo deberían aspirar aquellos que se preocupan por el
bienestar de los ciudadanos, sin importar corriente ideológica o religiosa,
sexo, nivel económico o etnia.}
Los que desean el poder han sido los mayores
responsables de las guerras que dividen los pueblos , son los que provocan que
los hermanos se maten entre si y que los amigos se conviertan en enemigos.
Sus
esfuerzos están concentrados en crear un estado de intranquilidad que los
mantenga en la cúspide. No buscan crear
una paz permanente y un progreso constante.
Cada
vez que se piensa que por fin comenzará una nuevo período de cooperación y
ayuda mutua entre las naciones , aparece un individuo hambriento de venganza y
odio que apuñala por la espalda los procesos pacifistas y desencadenan luchas
que terminan en la violencia , anarquía y muerte.
En el Siglo pasado fueron varios que
desterraron el bien y se convirtieron en defensores del mal como Stalin,
Mussolini, Hitler, Franc y que finalmente llevaron a sus países a la ruina .
Son los mismos que han vestido de luto las
democracias en América Latina a través de dictaduras tropicales, conformadas
por civiles o militares, de derecho o izquierda, que han violado los derechos
humanos, y han terminado con la vida de cientos de miles de personas.
Estos miserables aparecen en todas las épocas
de la historia, tanto en los países ricos como en los pobres
De esta especie maldita, egoísta y despiadada
han sido los principales causantes de los días sangrientos en la pobre Yugoslavia, Bosnia o Zaire.
.Han sido responsables de las guerras
mundiales y de los conflictos regionales a menor escala.
No creen en los consensos, sólo en la imposición
y prefieren las acciones brutales a los procesos políticos de unión.
Gracias a ellos, el anhelo de un futuro
mejor, con equilibrio social, justicia y humanidad , se tiene que dejar para
más tarde porque hay que llevar al pueblo al hospital , al cementerio , o al
manicomio y al país entero debe comenzar una vez más , una lenta y dolorosa
tarea de la reconstrucción.
Mientras ellos tengan la posibilidad de
conquistar los gobiernos y seamos su serviles y sumisos , llegarán a los más
altos escalones de influencias y autoridad, desde donde humillarán principios y
valores , esfuerzos y esperanzas .
Hay escritores que han logrado descifrar ,
comprender y evaluar y retratar los adentros de estas personas y han conseguido
que por medio de sus obras los conozcamos como tal cual son .
Uno es el extraordinario dramaturgo , William
Shakespeare , quien en sus inmortales textos dramáticos nos ha mostrado cuán
letal puede ser el poder en manos de los menos indicados y cómo ese mismo
poder, como una especie de justicia poética , los lleva a su ruina y a su
propia desaparición.
Una de sus obras que hace una exploración
soberbia de los que aniquilan la tolerancia y no comparten los distintos puntos
de vista de los demás es Ricardo III, que ha sido
llevado a la pantalla grande.
RICARDO III pone en evidencia que los
dictadores y los autoritarios no quieren a nadie , salvo a ellos mismo, que
pocas cosas los atribulan y que piensan que cualquiera puede ser su siguiente
contrincante.
El militar que captura el poder en la
película RICARDO III es una persona deforme en cuerpo y alma, un ser que odia y
que se siente marginado , solo e incomprensible ira la desemboca a diestro y
siniestro en todo aquel que tiene la desdicha de estar cerca .
Pero es precisamente esta dualidad que navega
entre la vulnerabilidad y lo infranqueable que hace posible notar su frágil y
áspera naturaleza humana.
RICARDO III , escrita por Shakespeare entre
1592 y 1593, nos recuerda que la más mínima llama de totalitarismo
puede causar incendios forestales a la más férrea democracia , más si sus
políticos y gobernantes no están al nivel de las exigencia y necesidades de
aquellos que por vía electoral los pusieron en esos delicados puestos .
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