Sexo y poder : mezcla
explosiva que nos puede llevar a la perdición.
La
forma más segura de revelar el carácter de una persona no es la adversidad sino
dándole poder( Abraham Lincoln)
Esta noticia circuló en la redes sociales y para los que conocemos a Carlos Tucse nos causó sorpresa y mientras no exista un pronunciamiento oficial o resultado de las investigaciones internas , Carlos goza de eso que se conoce como presunción de inocencia que ampara la Constitución Política .
Esta caso me hizo
traer a la actualidad un tema que había desarrollado años atrás sobre “ sexo y
poder: mezcla explosiva que puede ser
nuestra perdición “
Un hombre fuerte no necesita el poder y se dan casos
en un hombre débil de carácter muchas veces es destruido por él , porque se
juguetea morbosamente con el coyuntural poder del que goza, víctima de las
ofuscaciones propia de esas pequeñas pasiones de la política a cuyo imperio
estamos desafortunadamente expuestos, sin excepción y sin matices .
Pocos hombres que gozan de poder - principalmente el
poder político- se resisten al "lomazo" de secretaria y se convierten
en unos " tigres", se achibolan, empiezan a jugar tenis o se
consideran que han vuelto a sus mejores años de los treinta.
El poder de por sí vuelve a los hombres locos ,
imagínense , el coctel molotov que resulta de sumarle el sexo sin control o
desenfrenado .
Esto los convierte en ciegos , los obnubila y el
"lomazo" empieza a gobernar su vida y sus decisiones.
Solamente aquellos que conservan la distancia con el
poder y evitan que se mezcle con el sexo, únicamente ellos pueden descubrir la
verdad ( así respondía años atrás el autor de Castigar y Vigilar a Paúl Rabinow
en un diálogo sobre la prisión).
Existe una teoría que surge de la observación
reiterada de casos , desde "Nerón " de la época romana hasta el
"Nerón" del Imperio "Republicano" que ha hecho tambalear a
una institución tutelar del Estado.
La curiosa relación entre el sexo y el poder que
se expresa cuando mayor es la concentración del poder en una persona, más es
la admiración que despierta en los espíritus pueriles y faltos de
personalidad.
Se produce aquí una relación directa que parece
imposible de contrarrestar.
Esa intensa admiración hacia el que ostenta el poder
frecuentemente se trasmuta en un intenso deseo sexual .
En realidad , ese erotismo no es provocado por la
persona en sí sino por el poder que detenta.
Un caso se dio con Hitler .Algunas mujeres alemanas
de su entorno habían confesado sueños eróticos con él quien en el campo onírico
desplegaba maniobras y sugería posiciones que ponían en movimiento frenético a
las más recatadas.
Existen personas que entrenadas en la
genuflexión ante el poder, educadas en la reverencia al poder, van adquiriendo
una atracción cada vez mayor hacia quienes lo ejercen.
Primero es la admiración que luego se suele
transformar en un magnetismo irrefrenable y en deseos sexuales ,
muchas veces inconscientes.
La sublimación afrodisíaca es habitualmente
subliminal y no explícita .
Se trata de un impulso sexual enmarcado .
Pero el poder como amor es de doble filo : se goza y
se padece.
Al tiempo que genera un estado de livitación pura,
genera también su contrario: la búsqueda de una felicidad irresistible y
fugitiva, sólo comparable a la búsqueda de un amor idealizado que se ansía,
pero se teme, se persigue pero nunca se alcanza.
El poder y el sexo , si bien son dos poderosas
turbinas que impulsan la vida diaria de cada ser humano.es una mezcla explosiva
que lleva al hombre o a la mujer a la perdición.
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